Las tensiones geopolíticas entre Irán e Israel han provocado un repunte significativo en los precios del petróleo, que amenaza con frenar la reducción de los tipos de interés por parte de los principales bancos centrales, generando un clima de incertidumbre global. El barril de Brent, referencia en Europa, subió casi un 12% la semana pasada, situándose en torno a los 71 dólares, tras el cruce de misiles en Oriente Próximo. Analistas de JP Morgan e ING advierten que, en un escenario extremo con interrupciones en el estrecho de Ormuz, el precio podría alcanzar entre 120 y 130 dólares por barril.
Este aumento en el coste del crudo se traduce en un encarecimiento de la energía y los combustibles, con un impacto directo en la inflación que podría revertir los avances logrados en los últimos meses. En Estados Unidos, por ejemplo, se estima que la gasolina subirá 20 centavos por galón en las próximas semanas. Esta situación ha llevado a que ni la Reserva Federal, ni el Banco de Inglaterra ni el Banco Central Europeo (BCE) contemplen cambios en sus políticas monetarias en sus próximas reuniones, congelando así los tipos de interés.
A diferencia de la crisis energética provocada por la guerra en Ucrania en 2022, cuando la inflación superaba el 7% en EE.UU. y el 5% en Europa, actualmente ambos bloques mantienen la inflación cerca del 2%. Sin embargo, las expectativas difieren: Christine Lagarde, presidenta del BCE, considera que la inflación está prácticamente controlada y ha reducido los tipos del 4% al 2%, mientras que Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, mantiene una postura cautelosa, con tipos aún elevados entre 4,25% y 4,50%, y sin señales claras de recortes inmediatos.
Los expertos señalan que, aunque la situación actual no ha afectado instalaciones petroleras clave y la producción de países como Arabia Saudí ha aumentado para compensar posibles pérdidas, la duración y escalada del conflicto serán determinantes para el impacto económico. Un prolongado conflicto podría agravar la inflación y frenar el crecimiento, generando un escenario de estanflación en la eurozona, donde el ahorro de los consumidores y la postergación de inversiones empresariales ya reflejan una confianza debilitada.
En los mercados financieros, el repunte del petróleo ha provocado inicialmente una revalorización del dólar y caídas moderadas en las bolsas, afectando especialmente a sectores como las aerolíneas y beneficiando a las petroleras. Se espera que la volatilidad persista, con riesgos de correcciones en la renta variable debido a la combinación de tensiones geopolíticas y arancelarias.
Por último, las previsiones de precios para el petróleo en 2025 varían entre 59 y 76 dólares por barril según diferentes entidades financieras, con la mayoría asumiendo que no habrá interrupciones significativas en el suministro a pesar de la prima de riesgo geopolítico incorporada recientemente. El mercado sigue atento a la evolución del conflicto para ajustar sus expectativas.