Albert Ramdin, actual secretario general de la OEA, ha recibido fuertes críticas internas y de varios países por su débil postura frente a dictadores como Nicolás Maduro en Venezuela. A pesar de haberse comprometido a impulsar una agenda para la transición democrática en Venezuela, Ramdin ha sido cuestionado por no enfrentar con claridad y contundencia las violaciones a los derechos humanos y el fraude electoral denunciados en ese país, como en la reciente Asamblea de la OEA donde optó por no escuchar personalmente las denuncias de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y estuvo ausente en un momento clave.
Ramdin fue respaldado inicialmente por un bloque caribeño y países como Brasil, México y Colombia, además de Estados Unidos, que esperaban un liderazgo crítico hacia las dictaduras regionales. Sin embargo, con el tiempo ha habido tensiones con Estados Unidos y distanciamiento prudente de otros países, como Canadá y varios latinoamericanos, que cuestionan su falta de acción y declaraciones explícitas contra regímenes de Maduro, Daniel Ortega y Miguel Díaz-Canel. Por ejemplo, en lugar de condenar directamente a Maduro, Ramdin se ha enfocado en facilitar el diálogo con el gobierno venezolano, buscando una solución a través de la negociación sin reconocer formalmente al régimen.
El posicionamiento de Ramdin refleja un enfoque diplomático que prioriza el diálogo y la inclusión de todos los actores, incluyendo a gobiernos considerados autoritarios, un estilo que contrasta con su predecesor Luis Almagro, quien tenía una postura mucho más crítica y excluyente hacia las dictaduras en la región.
En resumen, la crisis en la OEA respecto a la gestión de Albert Ramdin gira en torno a su falta de confrontación directa a los dictadores regionales, especialmente Nicolás Maduro, y su preferencia por una política de diálogo que ha sido percibida como insuficiente para enfrentar las graves violaciones de derechos humanos en Venezuela y otros países. Esta situación ha generado cuestionamientos internos y externos sobre la eficacia y la dirección política de la organización bajo su mando.