La economía china experimentó una notable desaceleración en julio, según datos oficiales recientes, exponiendo los complejos desafíos que enfrenta el país en un contexto de tensiones comerciales globales. Si bien el gobierno atribuye parte de esta desaceleración a la guerra comercial con Estados Unidos, el sector inmobiliario y las políticas internas también juegan un papel crucial.
La producción industrial, las ventas minoristas y la inversión no cumplieron con las expectativas de los economistas en julio. El desempleo también aumentó, coincidiendo con la graduación de millones de estudiantes universitarios que buscan empleo. Sorprendentemente, la producción fabril se debilitó a pesar del anuncio gubernamental de que las exportaciones seguían creciendo, aparentemente inmunes a los aranceles impuestos por Estados Unidos.
Fu Linghui, portavoz de la Oficina Nacional de Estadísticas de China, señaló el proteccionismo comercial y el unilateralismo como factores contribuyentes. También mencionó el impacto a corto plazo de condiciones climáticas extremas, como inundaciones y olas de calor. Sin embargo, una parte de la desaceleración económica parece ser resultado de políticas gubernamentales deliberadas.
Muchas empresas han recurrido a la reducción de precios para liquidar el exceso de inventario. El gobierno chino ha comenzado a desalentar nuevas inversiones en sectores industriales con baja utilización de capacidad, como la fabricación de automóviles y paneles solares. La inversión en activos fijos, como fábricas y edificios de oficinas, se desaceleró aún más en julio, mostrando un crecimiento mínimo en comparación con el mismo período de 2024.
Aunque Fu Linghui culpó al proteccionismo estadounidense, las exportaciones chinas aumentaron un 7,2 por ciento en julio en comparación con el año anterior. Las exportaciones al sudeste asiático y África, regiones que reexportan significativamente a Estados Unidos, fueron particularmente fuertes. Sin embargo, las exportaciones directas a Estados Unidos disminuyeron, aunque siguen siendo más del triple de las importaciones chinas procedentes de ese país.
El desplome del mercado inmobiliario chino ha erosionado los ahorros de la clase media, disminuyendo la disposición de los hogares a gastar en bienes y servicios. Los precios de los apartamentos se habían estabilizado a principios de año, tras las señales del gobierno de posibles medidas para estabilizar el sector. Sin embargo, los precios han reanudado su descenso ante la falta de acciones concretas.
Las ventas minoristas aumentaron un 3,7 por ciento en julio en comparación con el mismo mes del año anterior, un resultado significativamente peor de lo esperado y más débil que el aumento del 4,8 por ciento en junio. Zichun Huang, economista de Capital Economics, señaló que, aunque el gobierno ha anunciado algunas medidas para apoyar a los hogares, estas aún no son lo suficientemente amplias como para marcar una diferencia significativa.
En resumen, la economía china enfrenta múltiples desafíos, incluyendo tensiones comerciales, el impacto del sector inmobiliario y las políticas gubernamentales internas. Si bien las exportaciones muestran cierta resistencia, la desaceleración en la producción industrial y el consumo interno generan preocupación sobre el crecimiento económico futuro. Medidas más amplias y concretas por parte del gobierno podrían ser necesarias para impulsar la economía y restaurar la confianza del consumidor.