La frustración en Cuba continúa escalando a medida que los apagones se prolongan, exacerbando la ya precaria situación económica y social de la isla. Recientemente, un apagón de 27 horas en el municipio de Perico, Matanzas, desató la indignación de los residentes, quienes manifestaron su descontento vandalizando un cartel del gobernante Miguel Díaz-Canel. Este acto de repudio simboliza el creciente malestar ante la incapacidad del gobierno para solucionar la crisis energética que azota al país.
Iván Hernández Carrillo, ex preso político y secretario general de la Asociación Sindical Independiente de Cuba, describió la situación como insostenible. En declaraciones a Infobae, Carrillo señaló que los prolongados cortes de electricidad no solo privan a la población de luz, sino también de agua potable, ya que los pozos no pueden bombear el recurso vital. Además, la falta de refrigeración provoca la pérdida de alimentos, incluyendo la leche para los niños, lo que agrava aún más las dificultades cotidianas de los cubanos.
El incidente del cartel intervenido refleja la desesperación y el hartazgo de la población. Aunque no se trató de una protesta organizada, el acto vandálico es un claro indicativo del sentimiento generalizado de frustración ante la persistente crisis eléctrica. Según Carrillo, los cortes de luz superan las 20 horas diarias en varias provincias, mientras que en La Habana pueden alcanzar las 10 horas. La situación es aún más crítica en los municipios pequeños, donde las averías en los transformadores pueden dejar a comunidades enteras sin electricidad durante días.
La crisis energética en Cuba tiene sus raíces en la obsolescencia de las centrales termoeléctricas, la falta de inversión en mantenimiento y la escasez de combustible. De las 20 unidades de producción termoeléctrica de la isla, seis se encuentran fuera de servicio por averías o mantenimiento, mientras que 36 centrales de generación distribuida están inactivas por falta de combustible como diésel y fueloil. Expertos señalan que la falta de financiación en el sector, bajo control estatal desde 1959, es un factor clave en la crisis. Se estima que se necesitan entre 8.000 y 10.000 millones de dólares para modernizar y recuperar el sistema eléctrico, recursos de los que el país carece.
Los apagones tienen un impacto devastador en la economía cubana, que ya enfrenta una profunda crisis. El producto interno bruto (PIB) disminuyó un 1,1% en 2024, sumando una caída del 11% en los últimos cinco años, según cifras oficiales. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) proyecta que la economía cubana cerrará el año con un saldo negativo, lo que agudiza aún más las dificultades para la población. La situación energética precaria no solo afecta la vida diaria de los ciudadanos, sino que también obstaculiza la producción y el desarrollo económico del país. El gobierno cubano enfrenta el desafío de encontrar soluciones urgentes para mitigar los efectos de la crisis energética y responder a las demandas de una población cada vez más descontenta.