La capital de Ucrania, Kiev, sufrió uno de los ataques más devastadores desde el inicio del conflicto, cuando fuerzas rusas lanzaron una ofensiva masiva con más de 440 drones y 32 misiles durante la noche del 16 al 17 de junio de 2025. Este bombardeo alcanzó al menos 27 puntos de la ciudad, incluyendo edificios residenciales, escuelas e infraestructuras críticas, causando la muerte de al menos 15 personas y dejando decenas de heridos, según reportes oficiales ucranianos.
Entre las víctimas fatales se encuentra un ciudadano estadounidense de 62 años, quien murió en un edificio residencial en el distrito de Solomyanskyi, donde también se atendía a otros heridos. Los equipos de rescate continúan trabajando entre los escombros, temiendo que la cifra de fallecidos pueda aumentar debido a personas atrapadas bajo los restos de las viviendas destruidas. Un bloque de apartamentos de nueve pisos quedó parcialmente derrumbado tras el impacto directo de un misil balístico.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, calificó el ataque como un acto de terrorismo y pidió una respuesta internacional contundente contra Moscú. Las autoridades locales instaron a la población a permanecer en los refugios ante la amenaza de más ataques, mientras las defensas antiaéreas intentaban repeler la ofensiva rusa que se prolongó durante horas.
Este ataque se produce en un contexto de estancamiento en las negociaciones de paz entre Ucrania y Rusia, y coincide con la reunión del G7 en Canadá, donde Zelenski busca respaldo internacional para enfrentar la agresión rusa.
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