En una jornada marcada por intensas negociaciones y maniobras políticas, la oposición panameña logró imponer a Jorge Herrera, del Partido Panameñista, como presidente de la Asamblea Nacional, tras cinco horas de tensión y votaciones reñidas. La sesión, celebrada el 1 de julio de 2025, se convirtió en un verdadero pulso de poder entre los bloques legislativos, retrasando el inicio del nuevo periodo y evidenciando divisiones internas en el oficialismo.
La candidata oficialista, Shirley Castañedas, respaldada por Realizando Metas (RM) y el Partido Revolucionario Democrático (PRD), no consiguió los votos necesarios, pese a las presiones y negociaciones de última hora, incluyendo gestiones directas ante el presidente José Raúl Mulino y la intervención de asesores del Ejecutivo. Finalmente, Herrera obtuvo 37 votos frente a los 34 de Castañedas, marcando un revés significativo para el expresidente Ricardo Martinelli, asilado en Colombia pero aún influyente en la política nacional.
El bloque opositor, conformado por la coalición Vamos, parte de Cambio Democrático, el Partido Panameñista, Seguimos, el Movimiento Otro Camino, el Partido Popular y diputados independientes, consolidó una alianza que sorprendió a muchos observadores políticos. La jornada estuvo cargada de discursos encendidos, acusaciones cruzadas y referencias a episodios históricos de la política panameña, como el caso de Haydée Milanés de Lay en 1999.
Al asumir la presidencia, Jorge Herrera prometió una Asamblea más moderna, transparente y cercana a la comunidad, con prioridades en empleo, agua y lucha contra la corrupción. Su elección pone a prueba el equilibrio de poderes entre el Legislativo y el Ejecutivo, y representa un desafío para la oposición, que ahora deberá gobernar una Asamblea fragmentada y bajo la mirada crítica de la sociedad panameña.