El presidente Donald Trump ha marcado un cambio radical en la política estadounidense hacia la economía digital, abriendo una puerta histórica para América Latina. Con una serie de órdenes ejecutivas firmadas en sus primeros meses de gobierno, Trump ha promovido el uso abierto de criptomonedas, activos digitales y tecnologías blockchain, enviando un mensaje claro de que estos activos son una prioridad estratégica para Estados Unidos.
Una de las medidas más significativas fue la firma, el 23 de enero de 2025, de la orden ejecutiva titulada Fortaleciendo el Liderazgo Americano en la Tecnología Financiera Digital, que revoca las restricciones impuestas por la administración anterior y prohíbe expresamente la creación de una moneda digital emitida por el banco central (CBDC). Además, creó un Grupo de Trabajo Presidencial sobre los Mercados de Activos Digitales, encargado de diseñar un marco regulatorio integral que se presentará en julio, con la participación de altos funcionarios de Tesoro, Comercio, Justicia y Seguridad Nacional.
En marzo, Trump avanzó aún más al establecer una Reserva Estratégica de Bitcoin y una Reserva Nacional de Activos Digitales bajo control del Departamento del Tesoro, con la ambición de que Estados Unidos se convierta en el centro global de las criptomonedas.
Para América Latina, esta nueva agenda representa una oportunidad histórica para avanzar hacia una economía digital más moderna, inclusiva y competitiva. En una región caracterizada por altos niveles de informalidad, baja bancarización y dependencia de exportaciones primarias, las tecnologías Web-3 pueden ser un catalizador para la inclusión financiera, facilitando el acceso a servicios para millones de personas que solo cuentan con un teléfono móvil.
Además, la adopción de blockchain puede reducir significativamente los costos de envío de remesas, que en 2024 superaron los 161,000 millones de dólares en América Latina y el Caribe, y abrir nuevas formas de inversión mediante la tokenización de activos como tierras, cultivos o infraestructura.
No obstante, el artículo advierte sobre los riesgos asociados, como el posible uso ilícito de estas tecnologías para lavado de activos o fraude, lo que hace indispensable contar con marcos regulatorios claros que equilibren innovación y seguridad.
En definitiva, el giro de la Administración Trump hacia la economía digital no solo es un fenómeno tecnológico, sino una oportunidad económica y geopolítica para América Latina, que requiere inversión en conectividad, formación técnica y acceso a tecnologías para no quedar rezagada en la próxima revolución digital.