Donald Trump ha presentado una propuesta radicalmente diferente para poner fin al conflicto en Gaza y liberar a los 50 rehenes que Hamas mantiene cautivos desde el 7 de octubre de 2023. Esta iniciativa surge tras el fracaso de la estrategia negociadora fragmentada defendida por Benjamín Netanyahu, que exigía la rendición total de Hamas como condición para cualquier acuerdo y había profundizado la crisis humanitaria en Gaza.
La clave del plan diseñado por Trump es la eliminación de etapas negociadoras y treguas temporales: propone un intercambio directo y lineal, en el que Estados Unidos aumenta de forma significativa la ayuda humanitaria para Gaza a cambio de la liberación inmediata de todos los rehenes, sin importar su condición. La novedad de esta táctica, respaldada por su enviado especial para Medio Oriente, Steve Witkoff, es la aceptación de que Hamas pueda continuar controlando ciertas áreas de la Franja de Gaza—algo que Netanyahu se niega a aceptar por completo.
Netanyahu ha respondido con una postura inflexible, defendiendo tanto la liberación simultánea de los rehenes como la eliminación total de Hamas, dos objetivos que los analistas israelíes ven como incompatibles en el corto plazo. De hecho, la reacción inmediata del primer ministro fue proponer una ofensiva militar sobre Gaza, lo que ha causado preocupación en la Casa Blanca y ha generado una nueva fractura en el gabinete de seguridad israelí entre quienes prefieren la vía diplomática y quienes apuestan por la militar.
La administración de Trump, consciente tanto del riesgo para la vida de al menos 20 rehenes como del agravamiento de la crisis humanitaria, ha iniciado consultas diplomáticas con Qatar y Egipto, mientras mantiene una comunicación constante con Jerusalén para evitar decisiones unilaterales de Netanyahu. Trump planea activar su iniciativa diplomática durante la presente semana y no descarta dialogar personalmente con el premier israelí para evitar un choque político sin precedentes entre ambos aliados.
El objetivo declarado de Trump es terminar la guerra y aliviar el sufrimiento en Gaza, apostando por un acuerdo de “todo o nada” que, según la Casa Blanca, podría romper con la inercia actual y abrir paso a una solución efectiva.