El Gobierno de Ucrania expresó su profunda preocupación y malestar tras la decisión de Estados Unidos de suspender el envío de varias partidas de armamento militar crucial para la defensa ucraniana, en medio de una fase especialmente compleja del conflicto con Rusia. En una reunión con John Ginkel, encargado de negocios de la Embajada estadounidense en Kyiv, las autoridades ucranianas manifestaron que esta medida podría comprometer gravemente su capacidad defensiva y alentar al agresor a prolongar la guerra en lugar de buscar la paz.
La suspensión afecta sistemas altamente demandados por las fuerzas ucranianas, incluyendo misiles de defensa aérea Patriot, artillería de precisión, misiles Hellfire y munición para aviones F-16, entre otros. Esta decisión fue justificada por Washington debido a la caída significativa de sus reservas propias de munición, priorizando los intereses nacionales tras una revisión del Departamento de Defensa y la Casa Blanca. La portavoz Anna Kelly afirmó que la capacidad militar estadounidense sigue siendo incuestionable, destacando la fortaleza frente a amenazas como Irán.
El anuncio coincide con una intensificación notable de la ofensiva rusa, que en junio incrementó en un 36,8% el uso de drones de largo alcance y aumentó los ataques con misiles y bombardeos en las regiones orientales de Donetsk y Kharkiv. Esta presión ha obligado a las tropas ucranianas a retirarse en ciertos puntos del frente debido a la falta de municiones y tecnología avanzada.
Desde Kiev, el asesor presidencial Dmytro Lytvyn señaló que están en proceso de aclarar con la Administración estadounidense el alcance exacto de la suspensión y confían en resolver la situación en los próximos días. Mientras tanto, Ucrania busca fortalecer el apoyo diplomático y militar de sus socios europeos, aunque fuentes militares advierten que la ayuda europea no es suficiente para cubrir el vacío dejado por la reducción de la asistencia estadounidense.
Por su parte, Moscú reaccionó favorablemente al anuncio. Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, afirmó que «cuantas menos armas se le envíen a Ucrania, más cerca estará el fin de la operación militar especial», sugiriendo que la reducción del armamento occidental podría acelerar la conclusión del conflicto.
Este giro en la política de asistencia militar estadounidense marca un momento crítico en la guerra que comenzó en 2022 y pone en alerta a la comunidad internacional sobre las posibles consecuencias en la estabilidad y seguridad de la región.