La fuga de un cuarto experto en inteligencia artificial (IA) de Apple ha generado preocupación en la industria tecnológica, especialmente por el impacto que esto podría tener en la capacidad de la compañía para competir con gigantes como Meta en el desarrollo de IA avanzada. Bowen Zhang, un destacado investigador, es el último en unirse a Meta, siguiendo los pasos de Ruoming Pang, Tom Gunter y Mark Lee. Todos ellos formaban parte del equipo de modelos fundacionales de Apple (AFM), un grupo crucial para la estrategia de IA de la empresa.
Este éxodo de talento se produce en un momento en que la competencia en el campo de la IA se intensifica. Meta, liderada por Mark Zuckerberg, ha implementado una agresiva política de contratación, ofreciendo salarios y bonificaciones que superan con creces lo que Apple está dispuesta a pagar. Se dice que el paquete de compensación ofrecido a Ruoming Pang superó los 200 millones de dólares, una cifra comparable a la de los ejecutivos de más alto rango en Apple.
La marcha de estos expertos no solo debilita al equipo de AFM, sino que también genera incertidumbre y desmoralización entre los ingenieros que permanecen en Apple. Según fuentes internas, muchos están buscando activamente oportunidades en otras empresas del sector, lo que agrava la sensación de crisis interna.
El equipo AFM es esencial para la plataforma Apple Intelligence, lanzada el año pasado. Su trabajo sustenta las funciones de IA que Apple planea integrar en sus productos, incluyendo Siri. Sin embargo, la reciente ola de salidas y la falta de claridad sobre el futuro del grupo han generado dudas sobre la capacidad de la empresa para mantener su liderazgo tecnológico.
Ante esta situación, Apple se enfrenta a un panorama competitivo cada vez más desafiante. Empresas como Google y Samsung ya ofrecen funciones de IA más avanzadas en sus productos, mientras que Apple ha tenido que retrasar el lanzamiento de algunas de sus funciones prometidas para Siri. Esto ha llevado a la compañía a considerar la posibilidad de recurrir a tecnología de terceros, como los modelos de OpenAI (ChatGPT) o Anthropic (Claude), para potenciar sus futuras funciones de IA. Esta posible dependencia marcaría un cambio estratégico significativo para Apple, que históricamente ha apostado por el desarrollo interno de sus tecnologías clave.
Otro factor que dificulta el avance de Apple en IA es su política de privacidad, que prioriza el procesamiento de datos en el dispositivo del usuario. Si bien esta decisión protege la información personal de los clientes, también limita la capacidad de los modelos de IA de Apple, ya que los teléfonos no cuentan con la potencia de cálculo de los centros de datos. Apple Intelligence se basa principalmente en un modelo local con 3.000 millones de parámetros, mientras que sus competidores ofrecen sistemas basados en la nube con más de un billón de parámetros.
Ante la creciente preocupación por la fuga de talento y la caída de la moral interna, los ejecutivos de Apple han intensificado sus esfuerzos para tranquilizar al equipo de AFM. Han reiterado que su trabajo sigue siendo crucial para la estrategia de IA de Apple y que la empresa mantiene su compromiso con el desarrollo interno de modelos de IA. La supervisión de los equipos de IA ha pasado a estar en manos de Craig Federighi y Mike Rockwell, quienes han subrayado la importancia de conservar el control sobre las tecnologías subyacentes.
Sin embargo, la incertidumbre persiste entre los miembros del equipo, que observan cómo la competencia avanza a un ritmo acelerado y cómo las ofertas de empresas como Meta resultan difíciles de igualar. La reciente ola de salidas en el equipo de AFM, sumada a la agresiva política de contratación de Meta y a las limitaciones técnicas derivadas de las políticas internas de privacidad, plantea desafíos significativos para Apple en el competitivo mundo de la inteligencia artificial.
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