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Desde el pasado viernes, Israel e Irán han intensificado una escalada bélica con intercambios continuos de ataques que han dejado más de 240 muertos y numerosos heridos en ambos países. En Israel, los servicios de emergencia reportaron que durante la noche del sábado murieron diez personas y más de un centenar resultaron heridas debido a bombardeos con misiles iraníes, afectando ciudades como Tamra y Bat Yam, donde equipos de rescate buscan a desaparecidos entre escombros de edificios colapsados. Por su parte, Irán informó que al menos 78 personas, en su mayoría civiles, han muerto y más de 320 resultaron heridas por ataques israelíes, que incluyeron bombardeos en Teherán dirigidos a instalaciones nucleares y un depósito de petróleo, marcando el primer ataque israelí a la infraestructura energética iraní.
Israel afirmó haber atacado más de 150 objetivos en Irán, incluyendo bases militares y centros relacionados con el programa nuclear, y advirtió que continuará con estos ataques, apuntando incluso a la capital iraní. Irán respondió con lanzamientos masivos de misiles balísticos hacia ciudades israelíes como Jerusalén, Tel Aviv, Haifa y Eilat, causando daños en zonas residenciales, incendios y cortes eléctricos, además de al menos cuatro muertos y decenas de heridos en Israel. La tensión ha provocado un clima de incertidumbre y miedo entre la población civil en ambos países, con testimonios que reflejan la sensación de estar atrapados y la falta de protección ante los ataques.
El conflicto ha escalado a un nivel sin precedentes, con Israel buscando no solo neutralizar la amenaza nuclear iraní sino también debilitar a la élite militar y política de Irán, lo que incluye la eliminación de altos mandos de la Guardia Revolucionaria. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha señalado que la ofensiva continuará mientras sea necesario para garantizar la seguridad de Israel, incluso sugiriendo que el objetivo final podría ser un cambio de régimen en Teherán. Irán, por su parte, califica los ataques israelíes como una declaración de guerra y promete continuar su respuesta militar.
La comunidad internacional ha expresado preocupación por la escalada y ha llamado a la desescalada para evitar una guerra más amplia en Medio Oriente, mientras que los precios del petróleo han subido debido a la incertidumbre sobre la estabilidad en la región.
En resumen, la confrontación entre Israel e Irán se ha convertido en un conflicto abierto con ataques mutuos que afectan a civiles y a infraestructura estratégica, generando una situación de alta tensión y alarma internacional.
