El lunes 14 de julio de 2025, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lanzó un ultimátum contundente a Rusia, dándole un plazo de 50 días para aceptar un acuerdo que ponga fin a la guerra en Ucrania. Trump advirtió que, de no lograr un acuerdo en ese periodo, impondrá nuevas sanciones económicas severas, con aranceles del 100% a los productos rusos, incluyendo «aranceles secundarios» que afectarían incluso a los socios comerciales de Moscú, buscando así paralizar su capacidad económica.
Este ultimátum coincidió con un acuerdo entre EE.UU. y la OTAN para proveer a Ucrania de armamento avanzado, incluyendo baterías antimisiles Patriot, con el que se pretende reforzar la defensa ucraniana contra la ofensiva rusa.
Sin embargo, un día después de esta declaración, Rusia lanzó un ataque masivo contra Ucrania con al menos 4 misiles y 136 drones, entre ellos 90 drones suicidas Shahed. Las fuerzas ucranianas lograron neutralizar a gran parte de los drones, pero varios alcanzaron objetivos en el territorio ucraniano, generando daños en infraestructuras críticas. Al mismo tiempo, China mostró un nuevo tipo de arma conocida como «bomba apagón», destinada a interrumpir el suministro eléctrico mediante filamentos de carbono diseñados para dañar subestaciones eléctricas, lo cual complica aún más el escenario de seguridad en la región.
El presidente Trump manifestó su profunda frustración con Vladimir Putin, pues a pesar de sus intentos iniciales de acercamiento en enero de 2025, Putin ha intensificado la invasión en lugar de buscar un alto el fuego. La comunidad internacional sigue observando con preocupación la escalada, mientras Ucrania permanece bajo una intensa presión militar y económica.
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