Tras el reciente fallecimiento del Papa Francisco, la Iglesia Católica entra en un periodo de transición conocido como Sede Vacante, un tiempo de interregno donde, aunque nadie ocupa el trono papal, todo está meticulosamente regulado. Este periodo se divide en tres fases clave: los días previos al funeral del Papa, un tiempo de duelo y preparación para el cónclave, y finalmente, el cónclave en sí, donde se elegirá al nuevo líder de la Iglesia.
Duelo y Despedida: El Novendiale
Poco después del fallecimiento, se inicia el Novendiale, nueve días de misas solemnes en la Basílica de San Pedro. Durante este tiempo, los documentos del Vaticano adoptan el escudo de Sedes Vacans, un paraguas abierto sobre las llaves de San Pedro, simbolizando la vacancia del poder papal. Este mismo símbolo aparece en la cabecera del diario vaticano, L’Osservatore Romano.
El entierro del Papa Francisco tendrá lugar seis días después de su muerte, siguiendo la tradición de sus predecesores. Durante este tiempo, los fieles tendrán la oportunidad de despedirse del pontífice en la Basílica de San Pedro. Sin embargo, Francisco será el primer Papa en casi 150 años en ser enterrado en la iglesia de Santa María la Mayor, su iglesia predilecta, cerca de la estación central de Roma, según lo estipulado en su testamento.
El Pre-Cónclave: Opiniones y Alineaciones
Antes del funeral, los cardenales se reúnen en congregaciones generales, conocidas como pre-cónclave. Estas reuniones, que incluyen a los cardenales menores de 80 años con derecho a voto y a los cardenales de todo el mundo, son cruciales para el intercambio de ideas y la formación de alianzas. Los 135 cardenales electores provienen de 71 países, y muchos no se conocen personalmente, lo que hace que estas deliberaciones sean fundamentales.
Estas congregaciones se llevan a cabo en el aula sinodal del Vaticano, donde los cardenales discuten el estado de la Iglesia y las posibles direcciones futuras. Un ejemplo destacado es el discurso de Jorge Mario Bergoglio en 2013, que se considera que influyó en su elección como Papa Francisco.
El Cónclave: Aislamiento y Elección
Entre 15 y 20 días después de la muerte del Papa, los cardenales electores se encierran en el cónclave, alojándose en la Casa Santa Marta, la residencia de huéspedes del Vaticano. Allí, aislados del mundo exterior, sin acceso a teléfonos, ordenadores o prensa, se dedican a la elección del nuevo Papa.
El proceso de votación se lleva a cabo en la Capilla Sixtina, siguiendo el procedimiento detallado por Juan Pablo II en una constitución apostólica de 1996. Tras cada votación sin éxito, las papeletas se queman, produciendo humo negro, señal de que aún no se ha elegido un nuevo Papa. Cuando finalmente se elige a un pontífice, se añade lino a las papeletas, resultando en humo blanco, la señal esperada por el mundo.
La duración del cónclave es incierta, pero algunos comentaristas sugieren que podría ser un «cónclave largo», dada la mayor cantidad de participantes. Aunque los cónclaves del siglo XX duraron entre dos y cinco días, la elección de Pío VII en 1800 duró más de tres meses. La expectación por el humo blanco que anunciará al nuevo Papa es palpable, marcando el fin de la Sede Vacante y el comienzo de una nueva era para la Iglesia Católica.