En un giro inesperado en el panorama geopolítico, el presidente Donald Trump se reunió con el presidente ruso Vladimir Putin en la Base Conjunta Elmendorf-Richardson en Anchorage, Alaska, el 15 de agosto de 2025. Este encuentro de alto nivel, diseñado para abordar la crisis en Ucrania, marca la primera vez que Putin pisa suelo occidental desde el inicio del conflicto en 2022. La elección de Alaska como sede de la cumbre, una antigua zona de vigilancia durante la Guerra Fría, añade un simbolismo particular al evento.
La reunión se produce en un momento de crecientes tensiones internacionales, con el conflicto ucraniano estancado y las sanciones occidentales presionando a Rusia. Trump, actuando como mediador, ha expresado su determinación de lograr un alto el fuego, aunque ha advertido que la cumbre podría concluir rápidamente si Putin no muestra una disposición genuina a comprometerse. «Si es una mala reunión, terminará muy rápido; si es buena, vamos a conseguir la paz en un futuro muy cercano», declaró Trump antes del encuentro.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, no fue invitado a la reunión, lo que ha generado controversia y críticas. Zelensky ha rechazado públicamente cualquier presión para ceder territorio ucraniano a Rusia, y la propuesta de Trump de una futura reunión tripartita para «dividir» las zonas en disputa ha sido recibida con escepticismo en Kiev y en varias capitales europeas.
Este es el primer encuentro entre Trump y Putin desde 2019, y ambos líderes parecen tener objetivos distintos. Trump busca presentarse como un artífice de la paz, posiblemente aspirando a un Premio Nobel, mientras que Putin busca aliviar la presión de las sanciones occidentales y consolidar sus avances militares en Ucrania. Analistas sugieren que Putin podría estar buscando ganar tiempo para fortalecer su posición en el terreno.
Durante la jornada, se desarrollaron varios eventos clave. Trump recibió a Putin en la base aérea, donde ambos mandatarios se dieron la mano e intercambiaron saludos frente a una pancarta con la leyenda «ALASKA 2025». Inicialmente, se esperaba que la reunión fuera a solas, pero finalmente ambos líderes estuvieron acompañados por sus principales asesores. Por el lado ruso, el Ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, y el asesor de política exterior, Yuri Ushakov, estuvieron presentes. Según informes, Putin se unió a Trump en su limusina presidencial en un gesto inusual, lo que sugiere la posibilidad de un diálogo más personal.
En la víspera de la cumbre, Alaska fue escenario de protestas, con cientos de manifestantes expresando su rechazo a la visita de Putin. Paralelamente, el Reino Unido reafirmó su apoyo a Ucrania, subrayando su compromiso con una paz justa y duradera. El embajador ruso en Estados Unidos, Alexander Darchiev, declaró que Moscú no tiene «expectativas exageradas» para la cumbre, esperando un progreso constante y gradual en las conversaciones.
La cumbre Trump-Putin en Alaska se presenta como un momento crucial en la búsqueda de una solución al conflicto en Ucrania, aunque persisten las dudas sobre la disposición de ambas partes a ceder y alcanzar un acuerdo mutuamente aceptable. El mundo observa atentamente, consciente de que el resultado de esta reunión podría tener un impacto significativo en la seguridad euroatlántica y el futuro de Ucrania.
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