A medida que las elecciones presidenciales de EE. UU. se acercan, los republicanos se están preparando para impugnar posibles derrotas a través de demandas en diferentes estados, poniendo a los demócratas en una posición defensiva. Estas acciones están diseñadas para desafiar el proceso electoral y generar incertidumbre, obligando a los demócratas a centrarse en proteger la legitimidad del voto.
Kamala Harris, la candidata demócrata, ha defendido la integridad de las elecciones de 2020, asegurando que los comicios de 2024 se llevarán a cabo de manera justa. A pesar de las afirmaciones infundadas de fraude electoral por parte de Donald Trump en 2020, los republicanos han presentado más de 130 demandas para garantizar, según ellos, la precisión del conteo de votos y evitar el voto ilegal.
Los demócratas, en cambio, se han concentrado en confiar en los sistemas electorales ya establecidos, argumentando que los procedimientos actuales son justos. Aunque no han lanzado una ofensiva legal significativa, han bloqueado ciertos esfuerzos de los republicanos, como la reciente decisión en Georgia que prohíbe la certificación discrecional de los resultados electorales por parte de funcionarios locales.
Con ambos partidos luchando por los votos en estados clave, el enfoque defensivo de los demócratas podría tener un impacto crucial en el resultado final de las elecciones.