El estado chino está tomando el control del mercado inmobiliario nacional mediante la adquisición masiva de terrenos y propiedades, en un intento por estabilizar un sector que ha sido fundamental para la economía del país durante décadas.
Según un análisis del Financial Times que examinó 440 parcelas vendidas en Beijing entre 2016 y 2024, los promotores respaldados por el Estado han superado claramente a las empresas privadas en la compra de terrenos durante los últimos tres años. Las estadísticas de CreditSights indican que más del 80% de las ventas de suelo en 2023 fueron impulsadas por entidades estatales.
Un cambio estructural en el mercado
Este giro en el mercado inmobiliario chino no es casualidad. Desde la quiebra de China Evergrande en 2021, que desencadenó una crisis de liquidez en todo el sector, el gobierno ha intensificado su intervención para prevenir un colapso total que podría tener graves consecuencias para la economía nacional.
«Se trata de un cambio estructural», explicó Zerlina Zeng, responsable de Estrategia de Crédito para Asia de CreditSights. «Después de la pandemia, esto es cada vez más evidente».
En ciudades de primer nivel como Beijing, Shanghái y Shenzhen, el fenómeno es particularmente notable. En octubre de 2023, dos terrenos en el distrito de Fengtai, en Beijing, se vendieron por aproximadamente 1.800 millones de dólares, una de las transacciones más importantes del año. Los compradores fueron empresas estatales con planes para desarrollar miles de nuevas viviendas.
El declive de los promotores privados
Mientras el Estado aumenta su presencia en el sector, los promotores privados enfrentan una realidad muy diferente. La participación de estas empresas en las ventas de viviendas nuevas ha caído drásticamente, pasando del 66% histórico a menos del 30% en 2024, según Capital Economics.
«Los promotores privados no han desaparecido del todo, pero su papel se ha reducido drásticamente», indicó Jeff Zhang, analista de Morningstar. Este cambio refleja tanto la debilidad financiera de las empresas privadas como las restricciones impuestas por el gobierno.
Desafíos persistentes
A pesar de la intervención estatal, el mercado inmobiliario chino continúa enfrentando importantes desafíos. La demanda de viviendas nuevas sigue siendo débil, incluso en las ciudades más prósperas. «2024 no fue tan bueno como 2023», reconoció un representante de ventas en un proyecto de lujo en Beijing.
La situación es aún más complicada en ciudades más pequeñas, donde las ventas de terrenos están dominadas por vehículos de financiación de los gobiernos locales que a menudo compran terrenos para estabilizar mercados locales sin iniciar nuevos proyectos.
El exceso de oferta también sigue siendo un problema grave. Goldman Sachs estima que hay 30 billones de yuanes en inventario de viviendas sin vender en China, incluyendo terrenos y apartamentos.
«Todavía hay muchas obras en construcción, pero una vez terminadas, no van a ser sustituidas por nuevos proyectos», advirtió Julian Evans-Pritchard, economista de Capital Economics.
Mientras el Estado chino consolida su control sobre el mercado inmobiliario, el futuro del sector sigue siendo incierto. Lo que está claro es que su capacidad para gestionar esta crisis determinará no solo el destino de la industria, sino también el rumbo de la economía china en su conjunto.