El primer ministro canadiense, Mark Carney, anunció este jueves la imposición de aranceles del 25% a los vehículos fabricados en Estados Unidos, una medida de represalia directa contra los gravámenes equivalentes impuestos por el gobierno de Donald Trump. La decisión marca un nuevo capítulo en la tensión comercial entre ambos países, con repercusiones inmediatas en la industria automotriz integrada de Norteamérica.
Detalles de la medida canadiense
- Aplicación selectiva: Los aranceles solo afectarán a vehículos que no cumplan con el TMEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá) y al «contenido no canadiense» en aquellos que sí se acojan al acuerdo.
- Exclusión de piezas: A diferencia de EE.UU., Canadá no gravará componentes automotrices, reconociendo la interdependencia industrial. Las piezas suelen cruzar la frontera hasta 7 veces antes de su ensamblaje final.
- Fondo de contingencia: Se activó un fondo estratégico de 2,000 millones CAD (1,400 millones USD) para proteger empleos en el sector, que genera 125,000 puestos directos y 500,000 indirectos.
Impacto inmediato en la industria
- Cierre temporal: Stellantis (propietaria de Jeep y Chrysler) paralizará su planta en Windsor (Ontario) durante dos semanas a partir del 7 de abril, afectando a 3,600 trabajadores.
- Riesgo escalada: Trump mantiene aranceles del 25% sobre acero y aluminio canadienses, y amenaza con extenderlos a fármacos, semiconductores y madera.
Contexto diplomático y económico
Aunque Canadá y México se libraron de los aranceles base del 10% anunciados por Trump el 2 de abril, ambos enfrentan gravámenes en sectores estratégicos. Carney calificó las medidas estadounidenses de «injustificadas» y advirtió que el daño a familias estadounidenses podría forzar un cambio de postura.
La respuesta canadiense refleja una estrategia calculada: maximizar el impacto político en EE.UU. mientras mitiga consecuencias domésticas. Sin embargo, como señaló Carney, «el camino será largo y difícil» para ambos lados de la frontera.