El FC Barcelona vive un momento dorado. Más allá del contundente 4-0 ante el Borussia Dortmund en Montjuïc, que deja al conjunto azulgrana con un pie y medio en las semifinales de la Champions League, hay una historia interna de confianza, hermandad y ambición que explica en gran parte el éxito actual del equipo.
Una convicción silenciosa que se hizo realidad
Días antes del partido de ida, el vestuario del Barça ya respiraba una fe absoluta en sus posibilidades, aunque con un discurso prudente hacia fuera por respeto al rival. Se conjuraron en privado: aprovechar el factor campo y encarrilar la eliminatoria. Y cumplieron.
Este grupo, fortalecido por el liderazgo de Hansi Flick, cree en sí mismo desde el inicio de la temporada. Desde verano, en las primeras sesiones, ya se intuía algo diferente. Los jugadores se sienten importantes, comprometidos, preparados para cuando les toque. Y Flick ha logrado que todos se sientan parte activa del proyecto.
Más que un equipo, una pandilla
Pero el secreto va más allá del césped. Dentro del vestuario se ha forjado un ambiente casi familiar. Como dicen algunos, «es como cuando jugabas en el patio del cole». Campeones de Europa, veteranos y jóvenes forman una piña que no solo convive en la Ciutat Esportiva, sino que comparten su tiempo libre viendo partidos, saliendo a cenar o simplemente haciendo planes juntos.
Hay puentes entre los diferentes grupos dentro del equipo, y eso ha generado una conexión emocional poderosa, que se traduce en un plus de entrega en el terreno de juego. Lo resume un jugador: “Miro a mi lado y son mis amigos. Quiero ganar por y con ellos”.
Un Barça invicto en 2025 y con hambre de todo
El equipo no conoce la derrota en lo que va de año. La ambición está desatada. Ya no ocultan su deseo de ir por todo. Quieren más. Lo quieren todo. Y con esta mentalidad colectiva, con esta fuerza grupal, el sueño de levantar una nueva Champions empieza a parecer algo más que una ilusión.