El reciente Congreso de la FIFA en Paraguay ha dejado al descubierto una profunda fractura entre el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, y la Unión de Asociaciones Europeas de Fútbol (UEFA). Lo que se suponía que sería una muestra de unidad se convirtió en una exhibición de tensiones y descontento, poniendo en tela de juicio el liderazgo de Infantino y la cohesión dentro de la organización futbolística mundial.
El desencuentro comenzó con la notoria ausencia de Infantino en las reuniones informales previas al congreso, una práctica habitual para estrechar lazos con los miembros de la asociación. En lugar de ello, Infantino optó por acompañar al expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, en una gira por Medio Oriente, visitando Arabia Saudita, sede del Mundial de 2034, y Qatar, anfitrión del Mundial de 2022. Esta decisión fue interpretada por muchos como una afrenta a los miembros de la FIFA y una falta de respeto hacia Paraguay, el país anfitrión del congreso.
La relación entre Infantino y Trump ha sido objeto de escrutinio en los últimos meses. Ambos se han reunido en numerosas ocasiones, y el presidente de la FIFA no ha ocultado su «estrecha amistad» con el republicano. Trump, por su parte, ha elogiado públicamente la gestión de Infantino, lo que ha generado suspicacias sobre la posible influencia política en las decisiones de la FIFA.
Para colmo de males, Infantino llegó con más de tres horas de retraso al inicio del congreso. El presidente de la FIFA se disculpó brevemente, achacando el retraso a «un pequeño problema con nuestro vuelo» y enfatizando que se encontraba en una misión importante, donde mantuvo «importantes conversaciones con destacados políticos y representantes empresariales». Sin embargo, esta explicación no convenció a todos los presentes.
La reacción de la UEFA no se hizo esperar. El presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, y otros delegados, incluyendo al presidente del fútbol alemán, Bernd Neuendorf, abandonaron la reunión durante la pausa para el café, regresando a casa a la hora originalmente programada para la clausura del congreso. La UEFA emitió un comunicado en el que criticaba el cambio de última hora en el calendario, que, según la organización, servía únicamente a intereses políticos privados y perjudicaba al fútbol. Los miembros de la UEFA se marcharon para demostrar que «el fútbol está primero».
Lise Klaveness, presidenta de la Federación Noruega de Fútbol y miembro del Comité Ejecutivo de la UEFA, calificó la situación de «preocupante». Klaveness, conocida por sus críticas a la FIFA, exigió que la organización explique la situación a sus miembros y garantice que las voces de las federaciones sean escuchadas y respetadas en el futuro.
En cuanto a las decisiones tomadas durante el congreso, la reunión se caracterizó por los aplausos y la aprobación de propuestas presupuestarias. Sin embargo, temas controvertidos, como la solicitud de la Asociación Palestina de Fútbol de suspender a Israel, quedaron relegados a un segundo plano. La propuesta de la Conmebol de aumentar el número de participantes para el Mundial de 2030 ni siquiera se incluyó en la agenda.
En definitiva, el 75º Congreso de la FIFA en Paraguay será recordado por la notoria ausencia de Infantino y la evidente fractura entre la FIFA y la UEFA. La falta de transparencia y la posible influencia política en las decisiones de la FIFA han generado una profunda desconfianza entre los miembros de la organización, poniendo en riesgo la unidad y el futuro del fútbol mundial.