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La incansable lucha de las madres buscadoras en México y Argentina: realidades paralelas de un mismo dolor

La incansable lucha de las madres buscadoras en México y Argentina: realidades paralelas de un mismo dolor

La búsqueda de desaparecidos une a dos países separados por miles de kilómetros, pero conectados por una misma tragedia. Mientras en México más de 125.000 personas permanecen desaparecidas, en Argentina la cifra de desaparecidos durante la dictadura militar sigue siendo motivo de controversia política.

México: la crisis humanitaria que no cesa

Las madres buscadoras de México han cobrado notoriedad mediática tras el hallazgo del «rancho del horror» en Teuchitlán, pero su lucha lleva años desarrollándose en la sombra. Agrupadas en cerca de 200 asociaciones civiles por todo el país, estas mujeres rastrean cualquier pista que pueda llevarlas hasta sus hijos.

«Cuando pasa el tiempo, me doy cuenta de que nadie me lo va a buscar, que tengo que salir yo», relata María Isabel Cruz Bernal, madre de un policía municipal desaparecido en Culiacán y fundadora de Sabuesos Guerreras. Su testimonio refleja una realidad compartida por miles de familias: «Todas buscamos a todos. En los campos, en el monte, en el río, en los arroyos, en los drenajes, en la basura».

Según datos oficiales de la Secretaría de Gobernación, México registra 125.287 personas desaparecidas, con un alarmante incremento desde 2019 que ha elevado la cifra en más de 60.000 casos. El 90% de estas desapariciones se ha producido desde 2006.

El peligro que acecha a quienes buscan

La labor de búsqueda no solo transforma radicalmente la vida de estas mujeres, sino que las expone a graves peligros. Desde 2011, 22 buscadoras han sido asesinadas y dos permanecen desaparecidas.

«A veces somos atacadas a balazos, sacadas de los predios», explica Cruz Bernal, quien reconoce que en los últimos años el gobierno mexicano ha mostrado mayor sensibilidad creando la Comisión de Búsqueda de Personas Desaparecidas y proporcionando algo de seguridad durante las búsquedas en campo.

Ceci Flores, fundadora de Madres Buscadoras de Sonora, denuncia la criminalización que sufren: «Tenemos la necesidad de que la gente nos vea, nos escuche, no nos criminalice, que no nos vea como que somos culpables». Flores, quien ha recibido múltiples amenazas de muerte, logró rescatar a uno de sus hijos enfrentándose directamente a sus captores.

Argentina: la lucha que cambió un país

En contraste, las Madres de Plaza de Mayo en Argentina lograron convertir su dolor en un poderoso movimiento político que transformó la percepción social e institucional sobre los desaparecidos durante la dictadura militar (1976-1983).

Con sus icónicos pañuelos blancos, estas mujeres enfrentaron persecución y violencia. En diciembre de 1977, las tres fundadoras del movimiento fueron secuestradas y desaparecidas, pero lejos de amedrentarse, el grupo continuó creciendo.

«La dictadura pensaba que, de ese modo, iba a terminar con ese movimiento que tanto problema político le generaba en Argentina, pero, sobre todo, en el exterior», explica Demetrio Iramain, docente de Historia de las Madres de Plaza de Mayo.

Más allá de la búsqueda: una dimensión política

Lo que distingue al movimiento argentino es su carácter político. Las Madres de Plaza de Mayo no solo buscaban verdad y justicia, sino también «reivindicar las luchas políticas de los desaparecidos», según Iramain.

Esta dimensión política se materializó con el reconocimiento oficial durante el gobierno de Néstor Kirchner, quien en 2003 declaró ante la ONU: «Somos los hijos de las Madres de Plaza de Mayo». Para Iramain, «esa reivindicación desde la más alta investidura del Estado de la generación desaparecida fue para las Madres el mayor éxito político».

Dos luchas, un mismo clamor

Mientras las Madres de Plaza de Mayo lograron un reconocimiento institucional que transformó la narrativa oficial sobre los desaparecidos, las madres buscadoras mexicanas siguen demandando mayor atención gubernamental.

«El Gobierno federal puede hacer más, pero no quiere. En primer lugar, reconocer la gran crisis que tenemos en el país», lamenta Cruz Bernal, quien critica que la actual presidenta no incluya a los desaparecidos en su agenda. «Ahora anda haciendo reformas que no necesitamos. Lo que necesitamos es que los busquen», concluye.

En ambos países, la lucha de estas madres representa no solo la búsqueda de sus seres queridos, sino también una demanda de reconocimiento, justicia y transformación social frente a crisis humanitarias que han marcado profundamente la historia reciente de América Latina.

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