Un descubrimiento aterrador cambió la vida de Andrea Amico en 2015. Al regresar de vacaciones encontró cuatro sobres amarillos con análisis de sangre que confirmaban sus peores temores: toda su familia, especialmente su hija pequeña, tenía niveles elevados de PFAS en la sangre tras haber consumido agua contaminada de un pozo cercano a la guardería y al trabajo de su esposo en Portsmouth, New Hampshire.
«Fue devastador», confiesa Amico, quien un año antes había descubierto que el pozo de agua potable que utilizaban había sido cerrado por contener niveles de PFOS —un tipo de PFAS— 12 veces superiores a los recomendados por la EPA en ese momento y 600 veces más altos que los estándares actuales.
¿Qué son los PFAS y por qué representan una amenaza?
Los PFAS (sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas) son un grupo de aproximadamente 15.000 sustancias químicas sintéticas conocidas como «químicos permanentes» o «sustancias químicas eternas» debido a su extraordinaria resistencia a la degradación natural, pudiendo permanecer en el ambiente durante miles de años.
Su capacidad única para repeler el agua, el calor y la suciedad los ha convertido en componentes habituales de numerosos productos:
- Ropa impermeable y equipos deportivos
- Maquillaje y productos de cuidado personal
- Alfombras y tejidos resistentes a las manchas
- Dispositivos médicos
- Semiconductores y tecnología avanzada
- Turbinas eólicas y equipos industriales
El problema radica en su fácil propagación a través del agua y el aire, contaminando el medio ambiente. Una vez ingeridos principalmente por el agua potable y los alimentos, estas sustancias se acumulan en el organismo con el tiempo, detectándose en la sangre humana, el cabello y la leche materna.
Impacto en la salud y respuesta regulatoria
Las investigaciones científicas han relacionado la exposición a diferentes PFAS con diversos problemas de salud como:
- Colesterol elevado
- Enfermedades tiroideas
- Alteraciones hormonales
- Disminución de la fertilidad
- Algunos tipos de cáncer
Lo alarmante es que, de las aproximadamente 15.000 sustancias PFAS existentes, solo un pequeño porcentaje ha sido estudiado a fondo, y una cantidad aún menor está regulada tanto en la Unión Europea como en Estados Unidos.
La extensión del problema es preocupante: pruebas realizadas en las últimas dos décadas revelan que el 98% de los estadounidenses tienen niveles detectables de PFAS en sangre, y una parte significativa del agua del grifo en EE.UU. está contaminada.
Luchando contra un enemigo invisible
Tras su experiencia personal, Amico creó en 2017 la Coalición Nacional contra la Contaminación por PFAS, un grupo que aboga por mejorar la normativa y exigir responsabilidades a las empresas contaminantes. Su activismo la llevó a testificar ante el Senado estadounidense en 2018, en la primera audiencia sobre estas sustancias.
La eliminación de los PFAS del medio ambiente presenta enormes desafíos. En Portsmouth, instalaron filtros especiales en el pozo contaminado, pero como señala Dan Jones, profesor de bioquímica de la Universidad Estatal de Michigan: «La mayoría de las veces, los PFAS que se recogen en los filtros simplemente se trasladan a un vertedero sin destruirlos realmente».
El panorama regulatorio actual
El panorama regulatorio es variado. En la Unión Europea, la Agencia Europea de Sustancias y Preparados Químicos estudia la posible prohibición de más de 10.000 PFAS, una decisión inminente que podría marcar un antes y un después en la lucha contra estos contaminantes.
Mientras tanto, en Estados Unidos, la EPA ha retirado recientemente los planes de la era Biden para establecer un límite nacional a la cantidad de PFAS que los fabricantes pueden verter al agua, dejando la regulación en manos de cada estado.
Aunque actualmente los fabricantes deben notificar a la EPA cualquier nuevo químico PFAS para evaluar su riesgo potencial, Dan Jones señala un problema persistente: «Las sustancias químicas prohibidas o eliminadas suelen ser sustituidas por otras igualmente nocivas», creando un ciclo de reemplazo sin resolver el problema de fondo.